jueves, 5 de septiembre de 2013

Babélicos (Texto leído en la reunión de ABGRA del 20 de julio de 2013)

Agradezco a la Asociación de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina la invitación a participar de este Foro. Para mí, es un placer poder compartir con ustedes este puñado de lecturas que, si no mágico, espero que, al menos, sea estimulante.


No quisiera extenderme en la exposición de los proyectos que están en marcha en Escuelas Lectoras, proyectos que responden a necesidades particulares de las áreas educativas en donde se desarrollan, sino que quisiera convocarlos a que pensemos juntos en dos elementos centrales al momento de promocionar la lectura en espacios educativos. Para esto, les propongo partir de dos figuras: dos imágenes cargadas de sentido y plasticidad imaginaria para relacionarlas, de manera más o menos arbitraría, con esas dos prácticas fundamentales en el quehacer del promotor de lectura.


Las dos figuras que nos servirán de guía son la Torre de Babel y la Biblioteca de Alejandría; y las relaciones que propongo son: vincular a la torre de Babel con la narración oral; y a la biblioteca del norte de África con la lectura en voz alta.


¿Por qué figuras, por qué estas figuras?

La sola mención de estos dos lugares nos pone en presencia de una serie en la que se integran lectura y vida. Tal vez, asociamos a la torre de Babel con la vanidad de los hombres y la pérdida de la unidad, y a la biblioteca de Alejandría con la tiranía y el fuego destructor. Todos los presentes fuimos tocados alguna vez por estas figuras.
Según el crítico y pensador Erich Auerbach, en la etimología de la palabra figura se descubre una de sus características principales:


La palabra figura, cuya raíz es la misma que fingere, figulus, fictor y effigies, significa originalmente imagen plástica, y se documenta por primera vez en Terencio, que dice de una joven: nova figura oris [una belleza peculiar].


Quisiera detenerme en esta idea: una figura es algo que permanece y es significante: es una imagen de la lengua que mantiene su frescura (como una joven, nova figura oris), y que, aun a pesar del paso del tiempo y de los usos, no se vuelve una “figura hueca”, sino que conserva su capacidad de apelarnos con gracia. ¿Por qué sucede esto? El escritor, docente y crítico Daniel Link relaciona directamente la supervivencia de las figuras (literarias) con lo viviente: las figuras que permanecen, permanecen porque hay algo en ellas que se vincula con lo viviente.


A partir de esta pequeña introducción, quisiera que imaginemos a la narración oral como una consecuencia de la diversidad lingüística que el relato de la torre de Babel nos cuenta.


En el capítulo 11 del Génesis, se cuenta que:


Era entonces toda la tierra de una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuésemos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.


En la Biblia, el lenguaje “es asumido como realidad inexplicable y mística”, lo que dio origen, por ejemplo, a las corrientes místicas de la lectura cabalística, en las que cada elemento de la escritura divina posee la totalidad y la perfección de Dios. Según Walter Benjamin, como el texto de la Biblia (en este caso, el Antiguo Testamento) “se considera a sí mismo revelación, debe necesariamente desarrollar los hechos lingüísticos fundamentales”. Es en este sentido que la historia de la torre de Babel continúa siendo significativa, porque trata acerca de un hecho lingüístico fundamental: la diversidad de las lenguas que pueblan el mundo.


Una lectura posible de este relato se centra en el castigo divino. Pero como lo que nos reúne aquí es la lectura como producción de sentido y umbral de posibilidad, quería recorrer brevemente aquella otra lectura, la que establece a la torre de Babel y a la diversidad de las lenguas como un regalo, un don.


Después de Babel, los lenguajes humanos alcanzaron la movilidad y la posibilidad de la diferencia. La diferencia lingüística parece ser la diferencia originaria. Pero no hay una lengua de origen (al menos, es lo que nos enseña esta historia), tenemos maneras de peregrinar hacia la lengua de origen (piensen en cómo llamamos a la lengua que aprendimos en la infancia: lengua materna), y en ese andar, descubrimos que todas las lenguas llevan la marca de su origen, y esa marca sólo es accesible por la diversidad y la diferencia.

Babel no fue un castigo, sino el don de la diversidad. Es más, para Héctor Murena (un pensador argentino muy original, cuya obra está siendo rescatada en los último años): el relato de la torre de Babel expresa la traslación propia del lenguaje poético: la capacidad metafórica de la lengua.

Escribe Murena:


La lengua única de Babel era una lengua mala: con ella no se podía articular la palabra Cielo, recuperar el Paraíso, lo perdido por causa de esa lengua [...] la Torre se derrumbó por falta de fundamento.


Y concluye:


los hombres de Babel se distinguen por gozar de la unidad de la lengua... Era en realidad el legado del saber obtenido del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. Ese saber presupone un discurso único, total, por el cual la entera vida sería cognoscible. (...) La dispersión por la tierra y la confusión de lenguas tiene por fin indicar otra vez al hombre cuál es la naturaleza, cuál es su destino: la diversidad, el reino de las diferencias"


La idea de dispersión (o diáspora) está asociada, necesariamente, a otra idea: la de reunión.
Al esparcirse por la faz de la tierra, los hombres debieron comenzar a contar historias, porque no son posibles las identidades sin los relatos. Y cada tribu, cada pueblo, cada hablante desarrolló sus relatos, sus historias o sus memorias.


Cuando se narra, se instala un espacio de escucha en donde la diversidad peregrina se presenta en la reunión a través de la palabra. La palabra, lo sabemos, es siempre diferente: tiene una articulación distinta en cada grupo humano y en cada integrante de ese grupo. 
La narración es la capacidad de trasladar, de llevar y reunir.
Los cuentos se mueven por toda la tierra; Jean Claude Carriere dice que lo hacen como gusanos: horadando la oscuridad del mundo con luminosidad vibrante y fugitiva. He ahí otra característica babélica: un cuento no puede tener un sentido único, no puede arrojar una luz única. Los cuentos permiten muchas lecturas, muchas interpretaciones, los caracteriza la riqueza de la variedad. Al trabajar la narración oral, podemos buscar y habilitar una palabra diferente y  diversa.


El relato de la torre de Babel (puede ser muchísimas cosas más; un texto sagrado, por supuesto) es un mito de origen. Hay otros mitos de origen que podemos poner a circular al narrar. Los mitos son maneras de comprender el mundo que el hombre ha desarrollado para habitarlo.


En este sentido, quería destacar otro fenómeno único, único y diverso, de la narración oral: la voz. La voz del narrador es la encarnación de la historia, su aquí y ahora. Al narrar, la voz instala un tiempo diferente, que es el tiempo de las historias. Pero la voz no es voz sin alguien que la escuche.


Como adultos que buscamos generar el interés en la lectura (podríamos preguntarnos por qué queremos que los alumnos lean) para formar lectores autónomos y críticos, la narración oral se presenta como un lugar de reunión particular, en donde la escucha se vuelve activa y significante: cuando escuchamos narrar un cuento, el movimiento intelectual es intenso y profundo, aviva el trabajo del conocimiento de manera activa.


La narración es una cualidad propia de la cultura. En los pueblos y las ciudades conocemos bien una forma del relato oral: el chisme. Edgardo Cozarinsky señala que:


el relato del chisme es un relato puesto en escena. Destinador y destinatario (en términos lingüísticos), narrador y narratario (en términos de la teoría literaria), celebran mediante el chisme la ceremonia de la transmisión del relato, representan visiblemente esa relación que el texto impreso mediatiza entre un autor y un lector igualmente ausentes.


Más allá del chisme, del que podríamos hablar un rato sin aburrirnos, me gusta la idea del relato como una “ceremonia de la transmisión”: eso está presente en la narración oral, es lo que podemos tener en cuenta cuando pensamos en generar un espacio de narración oral (litearia) en una escuela; que sea un espacio de encuentro, una encrucijada de la escucha, donde, confiemos, son tantas las condiciones materiales que sustentan la práctica (el relato, la voz, la escucha, la memoria) que podemos confiar en que la institución de un espacio de narración es un proyecto inclusivo, motivador de la palabra.


A cada palabra su diversidad, y a cada diversidad su particularidad.


La otra figura que propongo para pensar la promoción de la lectura es la Biblioteca de Alejandría.
Aquí nos encontramos con otro espacio, si no mítico, sí legendario: la antigua Biblioteca de Alejandría fue la más grande del mundo (no importa ya su tamaño, ni la cantidad de manuscritos que albergó). Estaba situada en la ciudad griega de Alejandría y fue fundada a comienzos del siglo III a. C. por Ptolomeo I Sóter y ampliada por su hijo Ptolomeo II Filadelfo. La biblioteca de Alejandría supone el intento de conservar la creación, el saber de una cultura.


La Biblioteca aparece como un espacio de la conservación y resguardo frente a la amenaza de la destrucción de una cultura. Vivimos en un tiempo convulsionado, en el que tememos por las instituciones que conocimos, que nos formaron y que quisiéramos mantener desaparezcan. O, tal vez, confiamos en el devenir de las sociedades, y más babélicos, sabemos que la confusión es la posibilidad del cambio. Como sea, la escuela está inserta en un momento de transformación social.
La leyenda de la biblioteca de Alejandría hace referencia a su destrucción por una lengua única. Pero como hicimos con Babel, podemos encontrar en la idea de la Biblioteca de Alejandría una motivación.


Quisiera leer un poema de Borges que seguramente conocen:


Alejandría, 641 A.D.


Desde el primer Adán que vio la noche
Y el día y la figura de su mano,
Fabularon los hombres y fijaron
En piedra o en metal o en pergamino
Cuanto ciñe la tierra o plasma el sueño.
Aqui está su labor: la Biblioteca.
Dicen que los volúmenes que abarca
Dejan atrás la cifra de los astros
O de la arena del desierto. El hombre
Que quisiera agotarla perdería
La razón y los ojos temerarios.
Aquí la gran memoria de los siglos
Que fueron, las espadas y los héroes,
Los lacónicos símbolos del álgebra,
El saber que sondea los planetas
Que rigen el destino, las virtudes
De hierbas y marfiles talismánicos,
El verso en que perdura la caricia,
La ciencia que descifra el solitario
Laberinto de Dios, la teología,
La alquimia que en el barro busca el oro
Y las figuraciones del idólatra.
Declaran los infieles que si ardiera,
Ardería la historia. Se equivocan.
Las vigilias humanas engendraron
Los infinitos libros. Si de todos
No quedara uno solo, volverían
A engendrar cada hoja y cada línea,
Cada trabajo y cada amor de Hércules,
Cada lección de cada manuscrito.
En el siglo primero de la Hégira,
Yo, aquel Omar que sojuzgó a los persas
Y que impone el Islam sobre la tierra,
Ordeno a mis soldados que destruyan
Por el fuego la larga Biblioteca,
Que no perecerá. Loados sean
Dios que no duerme y Muhammad,
Su Apóstol.


La biblioteca no puede ser destruida, porque las vigilias (el trabajo, el estudio, el arte) recuperarán los saberes. Es una esperanza negativa: la confianza ante el fuego destructor, el fuego que no une. 
Los manuscritos, los papiros, los rollos, los libros, ¿qué nuevo soporte?, seguirán escribiéndose.

Aquí imagino a la lectura en voz alta como un transporte de la literatura en toda su expresión.

Desde Platón, la escritura está bajo sospecha de ser un elemento de sujeción, detención y diferencia; sin la palabra viva del maestro, la escritura está muerta, detenida, según el filósofo. La escritura es la marca de lo vivido y lo actuado, y en ella, la literatura deja inscripta su particularidad para que tome cuerpo en la lectura (podemos pensar en este momento de transición y cambio, en el cual la tecnología juega un rol central, la sorpresa y el estupor de Agustín de Hipona cuando escuchó a su maestro Ambrosio de Milán leer en silencio: “Mientras leía, los ojos recorrían las páginas y el corazón escrutaba el intelecto, pero la voz y la lengua callaban”). Al leer en voz alta generamos un espacio de escucha (de características diferentes al de la narración) que se vincula directamente con el libro y el texto literario: al leer, somos en la biblioteca la biblioteca que conserva y comparte “El verso que perdura en la caricia”.

La escritura (literaria en nuestro caso) es la inscripción de una cultura, la caligrafía de la imaginación y la vida, podemos aventurar.


Leo un poema del escritor Alberto Laiseca que muestra de manera contundente esto que trato de decir:


ESCRIBIENDO UN POEMA


Escribo este poema con una delgada varilla de junco;
la tinta, al deslizarse, produce un ruido ensordecedor.
La clarividencia otorga deslumbramiento
y un pequeño dedal de malaquita
crece hasta contener el Río Amarillo.
En la pared de mi cuarto
está la vieja pintura de una rosa bermellón;
ese inofensivo objeto neutro e indoloro
me aturde con el insoportable perfume de miles de flores.
Todo eso has producido en el corazón de quien espera.


Hwang Tsi Lie. Dinastía Chou


“El verso en que perdura la caricia” es, en este poema de Laiseca (bajo la máscara de un poeta de una corte imperial china milenaria) el ruido ensordecedor de una delgada varilla de junco: ese ruido ensordecedor es la tristeza del amante que espera y una bella metáfora de las sucesivas lecturas de todo texto, que crecerán hasta contener el caudal del Río Amarillo, que es el río de la historia china. La atenta lectura en voz alta (preparada y razonada) comparte y nos trae la caricia o el ruido ensordecedor de la literatura.


Aquella posibilidad metafórica (de traslación) de la lengua –que llamamos babélica- es lo que permitió a Quevedo, por ejemplo, escribir un verso como “Puedes arder en púrpura de Tiro/ y no alcanzar el descanso verdadero”; más allá de la carga moral de los dos versos, lo que trae la lengua literaria es la belleza plástica de una imagen (“arder en púrpura”), cuyo centro parece estar en todas partes, irradiando, tocando fibras de sentido para desplegarlas (el sol, el fuego, las ropas caras, las ciudades gloriosas) con una economía envidiable. La lectura en voz alta es la lectura del particular literario. Es el encuentro del “cómo se dijo”, no podemos glosar un poema, ni podemos glosar una frase, una sucesión que nos sorprende y, en esa sorpresa, nos lleva al encuentro con lo literario. La lectura en voz alta es compartir con el otro.


En la lectura en voz alta, lo que podemos llamar la “partitura” del texto guía la interpretación del lector. ¿Dónde se realiza esa partitura?: podemos pensar que lo hace en donde la música también se realiza: en la duración de los silencios. Una frase, un verso murmuran con un tiempo que es el tiempo de los silencios convocados a sonar, según señalan los signos del papel: no se trata de una decodificación; con mucho esfuerzo, yo podría decodificar, lentamente, los signos de una partitura musical, de tal manera que nadie podría reconocer jamás qué obra es la que estoy interpretando, sino de una lectura expresiva y comprometida que dé cuenta de las velocidades, los cambios de marea, las masas en llamas del texto.


Según un informe del Barómetro para la Deuda Social (de 2009, agradezco a Daniela Azulay por el dato):


tres de cada cuatro niños pobres y menores de 5 años no tienen quien les cuente un cuento. Esto significa que hay 350000 chicos en situación de extrema pobreza que, además de carecer de los recursos estrictamente vitales no tienen instancias de comunicación didáctica con un adulto... En el caso de la “segunda infancia” (de los 6 a los 12 años), el 88,5% de los niños más pobres no escucharon nunca el relato de un cuento. Y eso significa que carecen de muchas otras cosas. Con un cuento, el niño aprende a escuchar y a ser escuchado, y además alimenta su curiosidad. Pero, por sobre todas las cosas, con un cuento – una de las tantas formas del lenguaje- un niño logra ponerle nombre en la realidad en la que está. Un paso importante, fundamental, para poder cambiarla en el futuro.


En ambas tareas del promotor de lectura: la narración y la lectura en voz alta, el transporte de los relatos y poemas es la voz, cuya encarnación es un cuerpo, una singularidad espacial y temporal que puede, quien sabe, reparar.
Recuerdo, en este sentido, una anécdota que escribió Walter Benjamin:


SI PARLA ITALIANO


Una noche estaba sentado en un banco, presa de violentos dolores. En otro, enfrente del mío, tomaron asiento dos muchachas. Parecían querer decirse cosas íntimas y empezaron a cuchichear. Fuera de mí, no había nadie en las inmediaciones y, por muy alto que hubieran hablado, yo no habría entendido su italiano. Pero el caso es que, frente a ese bisbiseo inmotivado en una lengua para mí inaccesible, no pude librarme de la sensación de que me estaban aplicando un vendaje fresco en la zona dolorida


Ésa es la posibilidad de la voz y la palabra, en cualquier nivel educativo, en cualquier modalidad.


Quise hacer este recorrido partiendo de dos figuras significativas que siguen vigentes porque, como traté de mostrar, hay vida en ellas y un más allá del lenguaje, que la lengua hace posible.


Antes de dejarlos con la narración de Juan Tapia (como les conté: él es el responsable de las acciones en Media, Técnica y Artística y CENS del programa), quería leerles un poema que solemos leer en los talleres de poesía que hacemos en Media. Es un poema escrito por un joven poeta contemporáneo llamado Mariano Blatt.

En este poema, encontramos también una poética de la escritura, una caligrafía de nuestro tiempo, en la que se inscribe la marca del tiempo presente.


¿Cómo se escribe un poema? (Todas las cosas lindas de este mundo son un plagio de vos)


magia! qiero cruzar un tosqita en el barrio la apúas y q el jean te lo abría re bien después escuchamos música electrónica ja en el auto de papá cebamos mate pero en vez de yerba usamos flores y si escribimos un libro de patinetas le hacemos rampa para q el pibito haga pruebas


me tengo que ir me están esperando te quiero mucho pienso en vos todo el día cuando caminamos por el pueblo a las siete de la tarde pienso en vos y pienso en vos a la mañana cuando me despierto o mientras almorzamos milanesas con ensalada mojo el pan y ahí también pienso en vos pero ahora me tengo que ir están afuera sentados en la escalerita del cyber esperando porque todavía tenemos que ir a hacer algunas compras para la noche como cerveza y otras cosas ellos por ejemplo necesitan llevarse muchos cigarrillos porque después allá no hay nada cerca imaginate ayer pasó una moto muy rápido por la calle de tierra de al lado de la quinta y se levantó muchísimo polvo aproveché la confusión para pensar en vos cuando nadie me veía también me tomé un helado de agua pensando en vos y nos persiguieron unas abejas tuvimos que salir corriendo y me tropecé me sangró la rodilla y para que no me pusiera a llorar me dijeron que pensara en vos y se me pasó todo el dolor y la tristeza y las ganas de llorar y hasta pude agarrar de nuevo el helado y seguir tomándolo a pesar de que se había llenado de pasto y hormigas si cierro los ojos cuando bailo pienso en vos y cuando los tengo abiertos pienso en vos lo mismo pero ahora me voy porque se van a poner impacientes y pesados después me dicen que estoy todo el día pensando en vos y tienen razón porque estoy todo el día pensando en vos hoy hace un rato nos sacamos una foto muy graciosa haciendo una pirámide humana y yo salí con mucha cara de que estaba pensando en vos.


Muchas gracias.

viernes, 28 de agosto de 2009

este proverbio es probada verdad



El libreto de La carrera del libertino, la ópera de Stravinsky de moldes mozartianos (en los años '50, cosa que a Adorno lo ponía totalmente loco -aunque el gran flósofo ya había dicho que la música de Igor era totalmente disociada y perversa-) es el libreto más poético de todas las óperas que jamás se hayan compuesto. Escrito a dos manos por W.H. Auden y su pareja -en ese momento un joven aficionado al arte lírico- Chester Kallmann, es una maravilla. Puro esteticismo de arte al cuadrado. El libreto hace justicia, desde el plano poético (el hacer, digo), a la manera noeclásica del ruso. Es un poco neoclásica, la poesía que lo compone.
(Nosotros, claro, preferimos las estridencias modernistas de La consagración de la Primavera, la desaforada -tal vez exagerada- historia de su estreno: con un Nijinsky bajándose del escenario para agarrarse a las trompadas, como un Billy Elliot fauno, contra aquellos que silbaban el reflejo musical-maniático de la sociedad fordista. Los ritmos desquicidos, el ballet ruso, la tensión prehistórica que llega hasta Noces, con los 4 pianos percusivos, una obra que hace enrojecer a la famosa -y tarada- Carmina, de Orff; pero, en fin...)
El libreto-poema de Auden-Kallman recorre una cantidad de métricas y versos que van de un verso libre y prosaico a canciones de inspiración shakespeariana, todo con una gracia envidiable.
Lo mejor, lo que me conmueve, es el tercer acto de la ópera. Cuando al protagonista (Tom Rakewell), loco y arruinado, encerrado en un manicomio, su novia (Ann Truelove, todo en esta alegoría desubicada tiene un doble significado) le canta para que se duerma y se muera. Él cree estar en brazos de Venus, se imagina en una especie de Arcadia, un Adonis, algún antiguo personaje de ópera en un bosque siempre verde y abierto (el bosque de Hölderlin).
Pero no: es el final, el encierro y la locura. A pesar de que hay algo de redención en el amor que Truelove brinda al hombre indefenso y caído. En otro juego de reflejos que hay en las líneas y entrelíneas: Igor ya había retomado la senda de la fe ortodoxa, unos cuantos años antes, la versión oriental del cristianismo (La sinfonía de los Salmos lleva la dedicatoria: Cette Symphonie composée à la glorie de Dieu...), mientras que Auden transitaba por un cristianismo "voluntarioso y descreído" (¡oia!), como leí por ahí.
La obra, para terminar de clausurar esta obra distanciada y estetizante, acaba con un epílogo en el que los personajes canta enseñanzas morales en un tono más o menos alegre y con bastante ironía. Una fábula.
¿Qué podría ser más distanciado? ¿Una tapa de Barcelona, tal vez? Pero es otro territoritorio. Tanta alegoría caradura, el tono moralista, la música que hace referencia a otros ámbitos y otras músicas (mozartianas, sí, pero también belcantistas, ningún rastro ruso -o tal vez sí: en tanto que extranjeros siempre de Europa, como Tchaikovski, por ejemplo), y una frialdad pasmosa -es un cubito, la obra-, donde todo parece estar diciendo "aquí deberías emocionarte, aquí deberías pensar, reir, etc.", nos hace saber que se trata de un aparato. Aparato que expone con tanta claridad que la emoción, si aparece, lo hace mediada por la inteligencia y la ironía, que finalmente (un laberinto) todo nos hace pensar que estamos presenciando el canto fúnebre de la ópera: el muerto loco del escenario es la burguesía, y Anne es la ópera, quien durante un par de siglos le cantó a la aventurera clase social.
La estética, claro, fue pensada como una manera de anular los peligros del arte, naaada en esta fábula puede ser asociado a términos dionisíacos (¡encima, el inglés da comedia musical!), y sin embargo, esta obra que renuncia a todo gesto que no sea decir "estoy diciendo esto", en su pura deixis musical se convierte en un revolver con el que Stravinski le apuntó a la más boba de las artes, la preferida de la burguesía, para que todos los teatros del mundo la interpreten ante los oídos sordos de los sepultureros. Hay escena de ella en todos los locutorios del mundo. Y, así, la música clínica que la compone se vuelve espejo (esa es la palabra) de lo que estaba por venir: un aria para cantar en un parque público (en el Parque Centenario o los bosques de Palermo, en alguna plaza de Zurich o el fantasmal Parque de la Ciudad): en los jardines diseñados que son techos de inmensos galpones municipales. O tirados en una playa de la Polinesia, bajo los nubarrones del dinero financiero internacional.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Fragmentos del ensayo "Variaciones sobre el derecho al silencio", de Anne Carson (Traducción de Mirta Rosenberg). Diario de Poesía, Nº 77 (12/08)

... pero el espíritu de este joven,
el veloz, ¿no haría estallar
al vaso que quisiera contenerlo?

Déjelo intacto el poeta
como al espíritu de la Naturaleza,
que en tal materia
es aprendiz
hasta un maestro.
Él no puede vivir y perdurar
en el poema,
vive y perdura
en el mundo.

(... Aber der Geist dieses Jünglings/ Der schnelle, müßt' er es nicht zersprengen/ Wo es ihn fassen wollte, das Gefäß?/ Der Dichter laß ihn unberührt/ wie den Geist der Natur,/ An solchem Stoffe wird zum Knaben/ der Meister./ Er kann im Gedichte/ nicht leben und bleiben,/ Er lebt und bleibt in der Welt.)

*
Desplazemos ahora nuestra mirada histórica hacia Alemania, en el momento en el que el siglo XVIII pasa al XIX y concentremos nuestra atención en algunas palabras uasadas para designar el color púrpura. La palabra inglesa "purple" procede del latín purpureus, que a su vez viene del griego PORFURA, un sustantivo que denota a la púrpura. Este molusco marino, la lapa púrpura o múrex, era la fuente de donde se extraían todas las tinturas púrupuras o rojas en la antigüedad. Pero ese molusco, la púrupura, tenía otro nombre en griego antiguo, KALXH, y de esta palabra derivó un verbo y una metáfora y un problema para los traductores. El verbo KALXAINEIN, "buscar púrpuras", llegó a significar una emoción profunda y perturbadora: ensombrecerse de inquietud, estar plagado de preocupaciones, rebuscar en las profundidades de la propia mente, albergar negros pensamientos, rumiar sombríamente. Cuando el poeta lírico alemán Friedrich Hölderlin emprendió la traducción de Antígona de Sófocles en 1796, se topó con este problema en la primera página. La obra se inicia con una atribulada Antígona enfrentándose a su hermana Ismene. "¿Qué ocurre?", le pregunta Isemene y luego agrega el verbo púrpura. "Obviamente tu ánimo se ha ensombrecido (kalchainous) debido a alguna noticia" (Antigona 20). Esta es la interpretación estándar de esa época. La versión de Hölderlin: Du scheinst ein rotes Wort zu färben, significaría algo así como "Pareces colorear de rojo tus palabras" o "teñir de rojo tus palabras". La letal literalidad del verso es típica de él. Su método de traducción era tomar cada ítem del lenguaje original y arrastraro al alemán exactamente tal como estaba en su propia sintaxis, con el mismo orden de las palabra y el mismo sentido lexical. El resultado fueron versiones de Sófocles que sucitaron las carcajadas de Gohete y de Schiller cuando las escucharon. Los críticos eruditos identificaron mil errores y calificaron a la traducción de desfigurada, ilegible, la obra de un loco. De hecho, en 1806, Hölderlin fue declarado demente. Su familia lo internó en una clínica psiquiátrica, de la que fue dado de alta un año más tarde por considerárselo incurable. Pasó los 37 años restantes de su vida en una torre que dominaba el río Neckar, en diversos estados de indeferencia o éxtasis, caminando de arriba abajo por su habitación, tocando el piano, escribiendo en trocitos de papel, recibiendo a algún raro visitante. Murió aun demente en 1843. (...)

Lo que sigue es una carta de 1798 a su amigo Neuffer, que empieza con la oración "La cualidad viva (lebendigkeit) en la poesía es lo que más preocupa ahora mi mente", y luego prosigue...
"... como soy más destructible que algunos otros hombres, debo propcurar con mayor razón sacar algún provecho de lo que ejerce sobre mí un efecto destructivo... Debo aceptarlo de antemano como material indispensable, sin el cual mi ser más profundo nunca estaría completamente presente. Debo asimilarlo, acomodarlo... como las sombras de mi luz... como tonos subordinados entre los cuales el tono de mi alma surge de manera más viva." (...)

En su torre que dominaba el río Neckar Hölderlin tenía un piano que a veces tocaba con tanta fuerza que rompía las teclas. Pero había días tranquilos en los que podía tocar y hechar atrás la cabeza y cantar. Los que lo escucharon afirman que, por más atención que prestaran, no sabrían decir en qué idioma.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Notas de una poética (dañada).

Para la revista Plebella (¡gracias, Romina, por la invitación!)

... al sanatorio y ¡crash!
violenta en la gracia, sea: herirle e iluminarle, herirlo
e iluminarlo, herirla e iluminarla
herir es fácil y los ladridos del cisne son como sueños
(de la rojita)

Me gusta la música de intensidad corporal. Creo que se trataría del único rasgo de Nietzsche que pudiera yo tener. La música tiene que apelar al cuerpo, llamar al baile; así se tratara del serialismo integral más zarpado: tiene que haber una tibieza (de cumbia, de noche linda); porque si no, no me pega, no me gusta.
En la poesía, una intensidad similar: la fría luz de la inteligencia, y la llama que te arde.

Soy poeta a fuerza de trabajar, de escarbar en todas las direcciones la voz. Tiene que estar por ahí, tiene que salir. A veces iba caminando por la calle y me sentía temblar. Eso es la poesía, esa calentura que tenés ahí -me decía- es poesía.

Mi escritura es, por definición, femenina. De varón, soy deudor del macho joven.
Quiero la belleza de algunos cuerpos fuertes. La Tigresa Acuña. En ese espacio transexual soy uno de las mejores poetas de mi generación.

El poema la rojita trata sobre la vida de una chica del suburbano.

Mi poesía dice “oh” y no importa. El mundo, lo Real, no dice “oh”, ¿pero qué importa? La poesía es como un hospital. ¿Existen los hospitales fuera de los hospitales?, ¿hay un árbol-hospital, por ejemplo? La poesía no es un hospital. Hay frases-hospitales, un discurso hospitalario.

El papá de Guido Cavalcanti llora en su morada de muerte eterna por la noticia de la muerte de su hijo. Los brillos de la luz en el rostro de Beatrice.

Mi mente es un capricho. ¡Caprichosa! Crecí viendo la pantera rosa, tomando cerveza en Adrogué. Tengo mundos imaginarios en mi cabeza: Rusia, por ejemplo; los relatos maravillosos recopilados por los Grimm -a cada niña o niño que veo me le imagino perdido en un bosque. ¡Los bosques, la ecología! Crecí viendo los dibujos de Walt Disney, pude acceder a ¡Walter Benjamin! Digamos que mi mente es el producto deforme del milenio pasado. De niño me obsesionaba la basura, la superpoblación, los terremotos, las cirugías a corazón abierto: todo el imaginario de los documentales. Esos relatos. ¡ABBA! y al cor gentil ripara sempre Amore. El río Amazonas. Hoy: internet, las últimas mutaciones de las escrituras y las imágenes (¡lo qué dé la corp.!).

Aunque a veces la hago muy lírica -¡qué desastre-, quiero ser más, más podrido!
Quiero ser Safo. Como tod*s. Quiero ser Pasolini. Amar y ser amado.

Es muy irreal. Cuando hablo con pibes de quince años que viven en institutos de menores o en la calle pienso “¿qué puedo hacer?”. No sé. Creo que la poesía barroca. Esa barroca que no existe pero es sugerida por las variaciones americanas. La barroca que representa el mundo de la pila de expedientes roñosos y también de la exhuberancia (herida) de los cuerpos. La más revulsiva y errática. La nueva.

Aprendí las diferencias que hay entre el evangelio de San Marcos y el de Lucas, o el de San Juan. ¿Y qué? La poesía española es San Juan de la Cruz. Creo que fue el Cántico espiritual el poema que realizó en la cárcel, en pésimas condiciones, y que se lo dictó a unas carmelitas descalzas ni bien hubo escapado.

Mis raíces son nubes. Nadie en mi familia es escritor o escritora. Sí, lector*s. No poseo ninguna -absolutamente ninguna- alcurnia, ni ascendencia, ni pertenencia familiar que quiera destacar como importante en términos humanistas.

La métrica me es indispensable. Con ella realizo la poesía. Aunque la utilice después, aun cuando me castiga. Así se hace la espesura, la anchura y el volumen. Sin ella, no habría mucho más que el capricho. Me ayuda a pensar el verso, a verle el ritmo del mundo, a escandir el revoltijo emotivo.

La poesía es mi educación sentimental. Novias poetas (Natalia), amigas poetas (Roberta), poetas amigas (Gabriela, Fernanda): fueron principalmente (chicas) quienes me enseñaron a escribir. A ellas les debo el tono, la afinación, las palabras, la mirada.

En el año 2000 tiré todo lo que había escrito hasta entonces. Todo. No fue el sincero gesto del adolescente que incendia la educación que recibió o quiere morirse en el fuego de esos papeles. No: no había nada que valiera mucho la pena. El 2001 fue un mazazo en la cabeza. Pienso que lo viví un poco loquito, quedé descentradísimo. Recién en el 2006 escribí algo que me pareció bueno, extraordinario.

Otras personas están haciendo el sacrificio del mundo (tendría que trabajar esta frase...). Otras y otros poetas están escribiendo esa poesía. Deseo conocerles. Que charlemos juntos de, por ejemplo, el hermoso “Simulacra” de Ezra Pound. Y me cuenten cómo hacen para escribir poesías tan hermosas, cómo le rompen el fierro en la cabeza al opresor.

Cuando era niño, en verano, me quedaba abajo del agua. Aguantaba la respiración y, con los ojos cerrados, imaginaba que estaba en algún otro lugar: en el canal de Panamá, en el Río... hasta que volvía a abrir los ojos, y casi sin aire apoyaba los pies en el agua baja de la pileta. Hoy, el agua es más profunda.

La gracia con que andás es
juntar en un mismo trazo
una madonita italiana
toda ojos tiernos hacia abajo y la altanería
de una chica muy canchera
luciendo lo que permanece en belleza
desde que
por decir
caravaggio se murió
o antes de entrar a una discoteca.
(de Viaje a la pantera)


viernes, 4 de julio de 2008

Perfume


1
De: "gerardo n"
Ver detalles del contacto
Para:
"natalia -----" <-----------@yahoo.com.ar>, "diego carballar"

nunca sé bien lo que me espera al salir. antes de subirme al avión en buenos aires no me fijo cosas que ahora sí se. que hay escala en parís (charles de gaulle, para mi "el guillotina carlos") lo sé, pero que son 7 horas no me había fijado. hago una cosa mal al bajar del avión y eso es ir directamente a mi sala de espera para el vuelo a dublin: una sala enome con lugar para 384 personas sentadas (conté los asientos). todo igual, con asientos impecables alfombra roja y aviones a través del vidrio. si tuviese que definirlo con una metáfora diría que es un lugar barnizado con una leve capa de coca zero, así se imaginan. lo bueno: no hay música funcional, sólo se escucha el sonido de las escaleras mecánicas que como en las películas de tsai ming liang, no llevan a nadie. me espera el infierno, sobre todo después de una noche con pocas horas de dormir. cuando no estoy al lado de la ventana no me duermo jamás, además combino alcohol con café (ya es un clásico) en el vuelo y después de una buena dosis de "eso" quedo como trabado entre borracho y muy despierto. en charles de gaulle o guillotina carlos las horas no quieren pasar. no me dejan salir del aeropuerto, cosa que logro hacer igual (ay cuántos trucos aprendimos en casa, pienso). en la calle respiro el aire parisino, el aeropuerto queda a 1 hora del centro. pienso un buen rato si vale la pena ir o no. tardé dos horas en lograr salir. ahora me quedan 5 hasta mi vuelo. 1 hora ida otra hora vuelta, me quedan 3 horas en el centro de parís. el sueño me vence. imagino quedarme, empezar una vida nueva ya. al final decido no ir y seguir con mi vida tal cual está que no está tan mal. me cuesta decidir lo del centro pero todo es un poco chino, el bolso me pesa y hace calor y si me tomo un café en el centro de parís no voy a disfrutarlo pensando que todo el tiempo se hace la hora. y después puede haber inconvenientes como el tráfico, cosas así...no sé. vuelvo al interior del monstruo. la entrada cuesta bastante. no les gustó nada a los de aduana que haya cruzado la línea, pero después de explicar y pedir disculpas. en un momento de verdad digo excúse mua. creo que eso los convence. seguro que les doy un poco de lástima, vengo del tercer mundo y genero problemitas. ni siquiera son problemas. de nuevo en el estómago del monstruo me doy cuenta que la regla de "no pasarás si es que no vas a quedarte en parís" (para lo que necesitaría una visa, que no tengo) tiene sobre todo que ver con consumir, comprar cosas en el megashopping que es el aeropuerto. de verdad creo que la locura de los '90 (cerrar el mundo y ponerle aire acondicionado y camisas polo lacoste) se cumplió. los '90 son esto entonces. no existía. ahora existe. te encierran para que compres perfumes. ok. vale! debería hacer un escándalo como correr en culo y después argumentar que los alcoholes de los distintos perfumes me alcoholizaron. qué lástima que se terminó el escándalo. estoy leyendo las memorias de buñuel en el que hay un moemnto en el que buñuel recuerda un encuentro con bretón (el poeta, el autor del manifiesto surrealista) años más tarde del auge del surrealismo, es decir que el encuentro es en los '60 y bretón le dice algo muy lindo:"qué pena luis, no hay más escándalos".
vuelvo entonces a mi sala de espera. y decido esperar las próximas tres horas ahí. tengo mucho sueño y me tiro en el piso. a dormir. con el libro de buñuel armo una mesita de luz, pongo el celular encima con la alarma, me tapo con el saco (me gustaría que mamá me de un besito de las buenas noches de tan perfecto es este cuadro de homless de aeropuerto) y duermo una siesta de dos horas. sueño con todas personas que conozco, es genial hay muchos amigos ahí dando vueltas en mi sueño. seguro que los necesito en este momento de soledad y mi conciencia los planta ahí). ahora ya falta menos. y mientras escribo este mail la sala se va poblando de los que harán el vuelo conmigo, supongo. les voy poniendo nombres a medida que llegan. nombres con las cosas que hacen o con los que llevan puestos. a uno le digo "banjo" porque parece que lleva un banjo, a otro le digo "siete maravillas" porque lee un libro que se llama "las siete maravillas" y a una mujer le digo "pellisquitos" porque todo el tiempo se hace autopellizcos en el brazo. mantengo pequeños diálogos amistosos con mis amigos de aeropuerto. les pregunto que piensan o qué hacen y me respondo a mi mismo. son diálogos simples, pero me mantienen ocupado y entretenido. copio uno de los díalogos así saben más o menos de qué se trata (el que mantengo con "siete maravillas"). - hola siete, qué hacés? - acá estoy leyendo este libro "las siete maravillas del mundo". es bárbaro, te lo recomiendo. - sobre qué es? - y, sobre las siete maravillas del mundo. hay otro de mis amigos dando vueltas: "parece copado" (lo nombro así "parece copado") que camina con un papelito de esos que te dan las chicas en las perfumerías. esos papelitos que huelen a giorgio armani o aqua di lacoste. va como abstaraído oliendo eso. camina. y parece que sigue una huella. el papelito parece una droga que lo transporta. me gustría avisarle que no, que es perfume pero se me va el avión.

*

2
De: "Martín L"
Para: "gerardo n" , "diego" , "naty naty" <_____@------com>

Lindas historias, podríamos publicarlas. Cuando un amigo esta en otro país uno se lo imagina caminando por lo que mentalmente creemos es otro lado, yo te imagino en el medio de una plaza rodeado por adolescentes pelirrojos (si son pelirrojos tienen pecas y si tienen pecas tienen brackets, esa es mi lógica reduccionista y a lo Bielsa muero con ella) y otra escena re estúpida donde estas viendo un puente desde una ventana. Esa es mi idea de irlanda en este momento. Eso junto a la cerveza Guiness, el estudio atelier de Bacon en Londres transplantado a una galería dublinesa (te adjunto el dato), y la tapa de un libro de Joyce medio trucho que publicaba la fantasmagórica editorial "crónica 100x100". Todos tenemos un crónica 100x100 en nuestro haber.
Nota al margen, ya no me acuerdo como era el mundo antes de los 90. Yo no se si le pasaba lo mismo a mi abuelo, o a los abuelos en general en su epoca. Creo que en alguna parte perdí la noción de realidad, ni siquiera se donde comprar un pantalón.

“Vivimos en un mundo gobernado por ficciones de toda índole: la producción en masa, la publicidad, la política conducida como una rama de la publicidad, la traducción instantánea de la ciencia y la tecnología en imaginería popular, la confusión y confrontación de identidades en el dominio de los bienes de consumo, la anulación anticipada, en la pantalla de TV, de toda reacción personal a alguna experiencia.”
J.G. Ballard en el prólogo de Crash (1973)

Me traes un par de rollos para la polaroid 600 que aca no se consiguen?
Abrazos

*


3
De:
"diego carballar"
Para:
"gerardo n" , "naty naty" , "Martín L"

¡es verdad, yo tampoco sé dónde comprarme pantalones!
estuve escuchando "music for airports", discazo. aunque el mundo no fue el sueño alemán de los '70 (yo, a los años setenta alemanes me los imagino con esas casas lindísimas en grandes parque públicos, esas casas de plástico pero divinas, que parecían ladrillitos, que las agarraba y te las llevaba a otro parque hermoso en otro lado, bueno: el disco de brian eno parece un disco para los aeropuertos de esa época imaginaria), hoy parece que los aeropuertos son el lugar donde nadie quiere estar para estar en otra parte, son muy crueles y anónimos. me acuerdo de cuando llevabámos con mi papá a un tío a ezeiza, me encantaba: viajábamos de noche, y llegábamos a ezeiza, y antes de entrar al aeropuerto veías los hangares con los aviones y esas luces que después veías en el cielo, chiquitas.
en fin, es increíble: eno iba hacia el futuro, que ahora es el pasado, aunque, en verdad, me parece que es una música del presente, del momento, por eso para aeropuertos: que es el aquí y ahora, antes de los vuelos (que son el ahora o nunca).
son imágenes muy pegadas a los sueños que tengo (porque ibamos de noche, tarde).
creo que nadie recuerda cómo era el mundo, digo el mundo de verdad, antes de 15 años, lo que tenés son imágenes, la posta, la tienen los edificios: donde antes había una esquina linda, ahora hay un bar con dicroicas, y hay eso, no las imágenes. las imágenes son fantasmas.
brian eno se dedicó a hacer perfumes antes de empezar con la música ambiental. badiou dice que con lo que se gasta en perfumes en el mundo en una cantidad de tiempo muy pequeña, podría alimentarse a una cantidad de gente que te pone la piel de gallina, te hace transpirar y tenés que ponerte desodorante para no oler como un desesperado.